El ratón y los pupitres

30 09 2012

I’m taking 5 courses this semester, three of which are Creative Writing courses.  Ironically, the first story I wrote this term was for my Spanish class, in which we were to re-tell a story we read and studied in class called Cajas de carton (Cardboard Boxes) from one of the other characters.  The word limit was 200-250 words, which I found incredibly difficult to do, and when I was done my first draft, I was up to just over 450 words.  I was able to edit and cut out a bit part of my story, but it just wasn’t as good.  I debated whether or not to simply hand in the long version, since I found it to be a lot deeper than the shorter, edited version, but decided not to, in case my teacher would take off marks or whatever.

Anyway, here is the longer version that I didn’t submit.  I’ll post a translation in English tomorrow or perhaps tonight once I get through my piles upon piles of homework.

El ratón y los pupitres

El peor día del año: el primer día de clases.

Entre la inundación de carros, niños, padres, profesores, y mucho ruido, me siento en mi cárcel por el año siguiente otra vez, mirando la multitud a través de la ventana.  Suspiro.  En la pizarra, he escribido “Sr. Lema.”  Los pupitres en el aula son romos, vacíos, y fríos.  Lentamente, los estudiantes entran, hablan en voz alta, se ríen.  Nunca me prestan atención, nunca me miran.  Cuando llenan los pupitres, me pongo de pie.

“Hola, todos, y bienvenidos al grado sexto.  Me llamo Sr. Lema, su profesor.  Vamos a aprender muchísimo este año.  Espero que estén listos y excitados.”

Todo se ríen.  Me imagino que soy la broma.

***

Recuerdo cuando era niño.  Me encantaba aprender todo – matemáticas, ciencias, geografía, música.  Era tan curioso del mundo entero.  Pero cuando veo a niños hoy, con sus aparatos de alta tecnología, su vocabulario diverso y confuso, sus caras indiferentes y aburridas, es un recordatorio que estos chicos y chicas no son como yo era.  El entusiasmo, la pasión – no está allí estos días.

O quizás ya no exista.

***

Una mañana, el director me dice que un nuevo estudiante matricula en mi clase.  No pienso mucho en su noticia.  Mientras la clase llega, un muchacho bajo y tranquilo, como un ratón, está a la puerta.  Mira el suelo en el silencio.  Pero puedo ver algo especial en los ojos de este joven, algo brillante, como un poquito diamante esperando ser minado.  Durante la clase, no quiere leer, no habla inglés muy bien, y parece aterrorizado por todo.

Los estudiantes están fuera durante el recreo.  Me estoy sentando a mi escritorio cuando percibo alguien en el aula.  Es él, por supuesto, y me sonrío porque veo las joyas brillan.

Por un mes, durante el almuerzo, lo ayudo con sus estudios, particularmente inglés.  Puedo sentirme la pasión tranquila en este ratoncito, la curiosidad en sus preguntas  constantes.  Nunca me dice de su familia o de donde viene.  Dentro de poco, habla más y más en clase, mejor y mejor.

Un viernes, estamos en la sala de música.  Ve los muchos instrumentos diferentes en el temor.  Cojo una trompeta, mi instrumento favorito.

“¿Quisieras aprender a tocarla?” le pregunto.  Asiente con la cabeza, una sonrisa en su cara.  “Es un instrumento poco pero fuerte,” digo.  “Puedo enseñarte mañana.”

***

No lo veo después ese día.  La gente dice que su familia simplemente se fue.

Mientras los estudiantes aburridos llegan como siempre, y el gran ruido vuelve otra vez, me siento a mi escritorio y me doy cuenta de que los pupitres romos y planos, y los estudiantes que los llenarán año después ano, ambos esperan nada.